“Cuando termino un poncho
y lo veo hermoso me cuesta creerlo
Yo hice eso
“con materiales sencillos y mis manos”
Alfredo Díaz
Mucho se ha hablado últimamente sobre la artesanía. Con las nuevas tendencias ecológicas, la gente vuelve a adoptar prácticas que cuidan el medio ambiente. También surgen nuevos movimientos tradicionalistas que buscan volver a las raíces en un mundo tan materialista.
Pero no se habla mucho de los actores de este proceso: los artesanos que trabajan arduamente a diario para ofrecer productos de la más alta calidad a los diferentes públicos. Son trabajadores excepcionales en su trabajo, con una maestría envidiable: precisos, hábiles y eficientes.
Sin ellos, la artesanía sería imposible. Sin personas capaces de crear con sus manos lo que otros solo pueden imaginar, el mercado manufacturero no existiría y una práctica milenaria como esta caería en el olvido. Necesitamos empezar a reconocerlos, a ensalzarlos, porque se esfuerzan cada día por mejorar su trabajo y ofrecer productos cada vez más elaborados.
Nuestro principal objetivo en Vakiano es mostrar al mundo las diferentes obras de arte de estos artesanos, creando un nexo entre ellos y el mundo entero. Por eso, hoy traemos una entrevista con Alfredo Díaz, artesano responsable de varios de los ponchos de Vakiano.
¿Quién es Alfredo Díaz?
Alfredo es de Catamarca, Argentina. Tiene 31 años y lleva más de una década trabajando en la artesanía. Desde joven, ha elaborado diversos productos, todos relacionados con diferentes variedades de ponchos, que de hecho era su principal interés. Durante la mayor parte de su carrera, se dedicó a tejer para una importante familia de su región natal, los Salvatierra. Es uno de sus muchos trabajadores y durante todos estos años se ha dedicado al tejido.
Pero desde hacía unos meses, tras haber adquirido una importante experiencia durante todos estos años, decidió emprender su propio negocio. Empezó vendiendo ponchos por cuenta propia hasta que conoció a alguien que realmente apreciaba su trabajo: Vakiano.
Sus orígenes
“¿Es una tradición que extrajiste de tu vida por tu cuenta o es algo que viene de tus antepasados?”
Tengo tíos artesanos, pero en mi familia más cercana no hay nadie. Mis padres nunca fueron artesanos. Empecé a hacer ponchos por mi cuenta porque, al verlos por primera vez, sentí mucha curiosidad y quise aprender a hacerlos. Empecé a aprender poco a poco y finalmente pude vender mis propios ponchos.
En la familia de Alfredo nunca hubo artesanos, pero eso nunca le impidió perseguir sus sueños. Desde pequeño, su pasión por la artesanía latía. Había comenzado una carrera universitaria, pero pronto se dio cuenta de que su curiosidad lo llevaba por otro camino. No le interesaban los números, sino el arte. Así que decidió centrarse en sus habilidades artesanales y en lo hábiles que podrían llegar a ser.
Su curiosidad lo llevó a un interés, y pronto este interés se convirtió en pasión. "Vi fotos de ponchos y me pregunté cómo se hacían realmente", afirma Alfredo. "Todavía no he dejado de preguntármelo; parece algo precioso y no puedo explicar por qué, porque simplemente es algo que hago".
Añade que su curiosidad no terminó ahí. A día de hoy, sigue buscando ponchos nuevos para aprender a confeccionarlos, ponchos más gruesos, con diferentes hilos o diseños más complejos. Quién sabe hasta dónde lo llevará esta inquietud.
Artesanía en Catamarca
Hace varios años, el pueblo de Alfredo escaseaba de artesanos. Estas costumbres ancestrales parecían haber desaparecido, apenas visibles en la historia. A pesar de ser una fuente esencial de trabajo, de vital importancia para la comunidad, la artesanía estaba perdiendo su valor intrínseco y su importancia como parte fundamental del patrimonio cultural de la región. Solo se podían percibir vestigios de su belleza a través del pasado.
Pero en los últimos años ha habido un resurgimiento artesanal en Catamarca. Mucha gente ha comenzado a elaborar sus propios productos y a venderlos en mercados locales. "Cuando me enteré de esto, había tres familias haciendo ponchos, pero ahora hay muchos más artesanos haciéndolo", explica Alfredo. Poco a poco, los jóvenes empiezan a centrarse en nuevos emprendimientos y están recuperando una habilidad tan valiosa.
Artesanía versus industrialización: El valor de lo exclusivo
“¿Qué significa para usted la artesanía?”
Para mí, la artesanía sería la capacidad que tiene cualquier persona de crear sus propios productos con sus propias manos, o de fabricación local, como dicen. Se utilizan cosas sencillas, como la madera con la que fabricamos nuestros telares, pero con ellas se pueden lograr grandes cosas.
Simple por dentro. Complejo por fuera. Entonces, ¿qué cambió? La maestría del artista. Son ellos quienes, con su indudable experiencia y deslumbrante destreza, logran transformar los materiales más sencillos en productos exclusivos. De una simple esquila de ovejas, derivan en un poncho impresionante.
“ ¿Cuál es su opinión sobre la pérdida de la artesanía en un mundo industrial? ”
Sería lamentable perder algo tan bello. Un poncho industrial jamás será comparable a un poncho artesanal ni a uno tejido en telar criollo . Jamás. Por eso el valor de un poncho hecho a mano es muy diferente al de uno hecho a máquina.
Es cierto que las máquinas pueden hacer ponchos más rápido, sin esfuerzo y con mucha precisión. Para nosotros, hacer un poncho es, sin duda, un trabajo muy duro. Pero nuestros ponchos son productos de gran calidad.
Nuestro papel
Alfredo nos cuenta que cuando emprendió su propio negocio, vender ponchos era una tarea complicada. Tuvo que establecer una red de contactos, amigos y conocidos para promover la compra de sus productos. No fue nada sencillo, pero gracias a uno de estos contactos, sus productos llegaron a Vakiano…
“¿Qué es lo que más te gusta de Vakiano?”
“Lo que más valoro de Vakiano es que nos ayudan a varios artesanos llevando nuestros productos a diferentes lugares, donde la gente puede descubrir lo que hacemos”, dice Alfredo con orgullo. “Son lugares donde lo que hacemos tiene valor, donde se reconoce nuestro esfuerzo. Nos dan una mano muy importante, y por eso espero que podamos seguir trabajando con ellos, porque todavía tenemos mucho más que ofrecer”.
El objetivo de Alfredo es confeccionar los mejores ponchos de su región, y sabe que lo logrará mejorando día a día. Por eso, cada semana se esfuerza al máximo para que su calidad sea la mejor. Junto con su grupo de amigos, cada mañana y cada tarde, de lunes a sábado, trabajan, supervisan, tejen y afilan para convertirse en los mejores artesanos de Catamarca.
Además, muchos jóvenes que buscan trabajo acuden a Alfredo porque, como él a su edad, les atrae la curiosidad artesanal. Los ponchos los llaman. Así, no solo vive su pasión, sino que genera todo un ecosistema de trabajadores, esforzándose por sacar a relucir el artista que llevan dentro.
Es hora de empezar a identificar la importante labor de estos artesanos. No se trata solo de su trabajo manual, sino también de sus historias, sus pasiones y sus visiones únicas del mundo que plasman en cada pieza que crean.
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